Buceo, acto de entrar en el agua y permanecer bajo la superficie con el
propósito de trabajar o explorar. El buceo sin ayudas mecánicas se practica desde
tiempos antiguos para la recolección de perlas o esponjas. Desde el siglo IV a.C. se han
probado varios mecanismos para proveer de aire al buceador y así permitir una estancia
más prolongada bajo el agua. Se cree que Alejandro Magno descendió en una máquina que
fue, probablemente, una forma primitiva de campana de bucear; Aristóteles también
mencionó inventos que permitían a los buceadores respirar bajo el agua. Aparatos
prácticos no se desarrollaron hasta el siglo XVIII.
Campanas para bucear
En 1717 el astrónomo británico Edmund Halley inventó una de las primeras campanas de
bucear: una cámara de madera con el fondo abierto y ventanas de cristal en la parte
superior para que entrara luz; el aire se suministraba al interior mediante unos tubos
conectados a unos cascos que se podían sumergir en el agua. Cuando el agua entraba en los
cascos, el aire que había en los mismos era forzado, a través de los tubos, hacia la
parte superior de la campana, que se mantenía sin agua por la presión del aire. Una
versión metálica moderna de este invento, equipada con aire comprimido bombeado a
través de una manguera, se usa para trabajar bajo el agua en construcción de puentes,
diques y muelles. Véase Batiscafo; Batisfera.
Hábitats submarinos
Los hábitats submarinos, o estaciones bajo el agua, permiten a los científicos hacer
investigaciones en los fondos marinos a profundidades superiores a 100 m por periodos
ilimitados de tiempo. La presión del aire dentro de estas estaciones se equilibra con la
presión exterior del mar, evitando así que las paredes de la estación se desplomen. Por
medio de una técnica conocida como buceo de saturación, los científicos pueden vivir
dentro y trabajar en las citadas estaciones por periodos extensos sin el riesgo de
desarrollar la enfermedad conocida como síndrome de descompresión rápida. Los
buceadores respiran aire comprimido mezclado con ligeros gases inertes, como helio; cuando
la sangre de los buceadores se satura de helio, el tiempo requerido para la
descompresión, incluso si el buceador retorna a la superficie después de haber
permanecido sumergido semanas o meses, no es mayor que el que se necesita después de una
estancia de unas pocas horas.
Un hábitat de 13 m instalado por la Administración Atmosférica y Oceánica Nacional de
Estados Unidos (NOAA) en 1988 en el mar Caribe, proporciona a una tripulación de seis
miembros una base submarina desde donde pueden trabajar nueve horas diarias; la estación,
llamada Aquarius, está conectada por un cordón umbilical a una plataforma situada en la
superficie que le suministra aire y energía. Este sistema no es factible en la
exploración de las profundidades marinas, donde la presión del agua excede con mucho la
resistencia humana.
Trajes de buceo
Desde el siglo XVII en adelante se han hecho esfuerzos para perfeccionar cascos o trajes
que den a los buceadores la máxima protección y libertad de movimientos. Uno de los
primeros inventos con éxito fue el que creó en 1819 el inventor estadounidense Augustus
Siebe; basado en el principio de la campana de buceo, consiste en un traje de cuero
ajustado a un casco metálico en el que el aire se bombeaba desde la superficie a través
de un tubo flexible. El casco no era estanco, pero la presión del aire mantenía el agua
por debajo de la barbilla del buceador. Los trajes cerrados modernos de buceo (en esencia
como los que inventó Siebe en 1830) están hechos de tejidos cubiertos de goma, cubren
por completo al buceador y son estancos; unas válvulas en el casco permiten al buceador
regular la presión del aire dentro del traje y, de este modo, controlar la flotabilidad.
El equipo auxiliar de los trajes modernos de buceo está formado por zapatos pesados para
que el buceador se mantenga vertical y placas de plomo para la espalda y el pecho. Una
manguera con cables de teléfono conecta al buceador con la superficie y permite la
conversación. Para bucear a más profundidad se usan trajes metálicos suficientemente
fuertes para resistir una gran presión del agua, en los que se puede mantener una
presión de aire normal y el buceador experimenta menos tensión que cuando bucea en aguas
menos profundas con un traje ordinario.
Una característica molesta de los trajes de buceo ordinarios es la dificultad para
manejar las enormes longitudes de las mangueras de suministro de aire y salvavidas que
deben arrastrar los buceadores. Este problema se ha solventado con el desarrollo de trajes
de buceo con un dispositivo de suministro de aire independiente que consiste en un
cilindro a presión de una mezcla de aire y oxígeno, y una cámara de regeneración llena
de sosa cáustica. El aire exhalado pasa a través de la cámara de regeneración, se
extrae el dióxido de carbono, se combina con oxígeno y aire del cilindro, y se vuelve a
respirar. El aire proporcionado por estos aparatos dura entre 45 m y 2 horas.
Para el submarinismo se han desarrollado aparatos de respiración independiente bajo el
agua (scuba), externos a los trajes de buceo. Difieren de los trajes convencionales de
buceo en que están concebidos para nadar, mientras que los del otro tipo, más molestos,
están diseñados para andar sobre los fondos marinos. Una forma de este tipo de aparato,
una máscara ligera de respiración que opera con el mismo principio del traje de buceo
independiente, se usó durante la II Guerra Mundial por equipos de demolición submarina,
para limpiar de minas y otros obstáculos los lugares de desembarcos anfibios. En la
actualidad, la forma más popular es el aparato de aire comprimido diseñado en Francia
durante la II Guerra Mundial por el oficial de la Armada y explorador submarino francés
Jacques Yves Cousteau; consiste en uno, dos o tres cilindros de aire comprimido que se
llevan en la espalda y que alimentan de aire al buceador a través de una pieza que se
introduce en la boca. La presión se regula con unas válvulas que proporcionan un
suministro constante de aire que está equilibrado con la presión del agua.
Material de buceo
Debido a la dificultad que supone trabajar bajo el agua con herramientas normales, los
buceadores utilizan normalmente martillos neumáticos, taladros, llaves inglesas y otros
utensilios. Los cortes y soldaduras se hacen con material estándar. Debido a que en
muchas aguas la luz del día penetra sólo unos metros, es necesario proporcionar luz
artificial para que los buceadores puedan trabajar. Normalmente se usa luz eléctrica
incandescente de alto voltaje.
Profundidad de trabajo
Para buceadores sin ayudas mecánicas una profundidad de unos 18 m es el límite práctico
de trabajo. Los buscadores de perlas y esponjas han llegado a descender hasta los 30,5 m
en algunas ocasiones, pero lo normal son inmersiones de 50 a 80 segundos a profundidades
de unos 12 m. Con aparatos de respiración convencionales de mezcla de aire comprimido y
oxígeno, los buceadores no pueden pasar sin riesgo de los 76 m, pero con equipos
especiales (como los de oxígeno y helio o hidrógeno para reemplazar al nitrógeno), se
han realizado con éxito inmersiones por debajo de los 152 m. Buceadores que se han
aclimatado a la presión submarina, viviendo en estaciones que se encuentran a más de 100
m de profundidad, se supone que pueden bucear con trajes flexibles desde la estación
hasta una profundidad máxima que oscila entre 396 y 657 metros.